martes, 3 de julio de 2018

Arreglar o no un juicio suele ser cuestión de tiempo.

En el cuento clásico infantil “Momo”, de Michael Ende, una niña lucha contra unos señores vestidos de trajes grises que se ocupan de robar a la gente su tiempo. Tiempo.
El funcionamiento de la justicia en la Argentina hace que el trabajo de muchos abogados se parezca a la de estos hombres grises, que se dedican a robarle el tiempo a la gente.


Hoy en día, uno de los principales negocios jurídicos, una de las principales industrias jurídicas, es la venta de tiempo.
Los clientes incluyen Empresas y Estado por igual.
Las compañías de seguros muchas veces no pagan a las víctimas, no porque piensen que van a ganar el juicio sino porque lo pagarán mucho después, cuando el juicio termine.
El Estado paga menos jubilaciones de las que debería y a quienes le hacen juicio, les discute absolutamente todo, hasta llegar a la Corte Suprema.
El Estado en ocasiones omite devolver impuestos, o pagar honorarios, o incluso daños que ocasiona y deja que le hagan juicio, incluso que lo intenten ejecutar.
Las empresas de vez en cuando no pagan por la propiedad industrial o intelectual que utilizan, por los servicios que ya consumieron, por mercaderías recibidas y cuando les hacen juicios, buscan la forma de demorarlos.
Los empleadores, si ya están en juicio, discuten hasta lo obvio en el fuero laboral, saturando la justicia del trabajo, que como consecuencia, demora cada vez más tiempo.
Tiempo.
Ser demandado nunca es bueno, pero a veces es mejor negocio ir juicio que pagar por adelantado para resolverlo.
El juicio tiene un VALOR que puede calcularse por adelantado y que depende de:

A. CHANCES DE ÉXITO. 

Chances de GANAR el juicio o solucionarlo con un ARREGLO por menos de su valor inicial: no pagar nada, o pagar menos.

B. CHANCES DE COBRO. 

Aun si pierdo el juicio… ¿Cuantas chances hay de que mi empresa esté quebrada cuando pierda?

C. COSTO FINANCIERO Y RIESGO PAIS. 

Aun si pierdo el juicio, las tasas de interés reales suelen NEGATIVAS (tengo un trabajo más técnico publicado en ElDial.com con las tasas que se aplican e incluso explico cómo muchas veces los jueces reducen los intereses), con lo cual con la inflación, devaluación, pesificación, pataconización y lo que fuera que se le ocurra al gobernante de turno, probablemente pague menos al final de lo que me reclaman ahora. Casi siempre el que pierde es el que quiere cobrar.

Hacer la cuenta “monto del juicio” x A x B x C da como resultado algo así como el Valor Actual Neto de Riesgo o “Value at risk”, al cual convendría arreglar, sea cual fuere el lado que uno se encuentre.

Y cuando ya se llega al límite… cuando se perdió el juicio… cuando se embargan las cuentas… El concurso preventivo… la ley que le da a la empresa en crisis, algo más de tiempo.

El concurso preventivo permite suspender las ejecuciones, los embargos y durante aproximadamente un año en que no se paga nada de la deuda vieja, negociar un plan de pagos (a veces a 10/20 años) con todos aquellos que la empresa les debe.

Bastante más tiempo.

Se necesita tiempo para poder seguir trabajando, para que no quiebre la empresa, para no dejar a los trabajadores en la calle, para dejar los problemas para más adelante, cuando se sepa si podremos pagarlos.
Si la empresa triunfa o sale de la crisis, podré pagar todos los juicios que va acumulando; si quiebra ahora, quizás nadie cobre nada.
¿Si la empresa se va a fundir o va a cerrar, para qué tirar el dinero -y comprometer sus finanzas- pagando ahora?
Si hoy la empresa puede pagar sólo algunas de sus deudas ¿es justo que unos cobren y otros no? ¿O le damos un poco más de tiempo a ver si paga todo o acuerda cómo pagar?

Después de realizar este análisis, es común que las empresas opten, salvo cuestiones morales, por no pagar algunos de sus reclamos y en la medida de lo posible, contratar a los hombres grises para conseguir tiempo.

A veces estas estrategias responden a una necesidad de “salvar una empresa en crisis” porque no hay capacidad de pago.
Otras veces, se da únicamente como consecuencia de que la ley y la justicia han transformado el “hacer tiempo” en un negocio que hasta el estado -y sobre todo el estado- aprovecha.
Esto genera claros incentivos a no cumplir los contratos y genera una anomia generalizada que afecta el comercio.
Si “te clavan” con una factura impaga, y encima de bajo monto, es antieconómico ejecutarla. No habrá premio para el esfuerzo ni el tiempo que ello insume.
Además el “tiempo” que gana una empresa, lo pierde otra, transmitiendo los incumplimientos a lo largo de la cadena de pagos.
La solución sería que la justicia aplique indexación (revalorización) de deudas, garantice tasas de interés reales altas, honorarios altos y quizás sanciones para los que demoren innecesariamente un juicio o no colaboren a su rápido esclarecimiento, lo cual no se avisora en el horizonte por el momento.
La ruptura de contratos y prolongaciones de plazos “sin castigo” debería quedar reservada para las empresas en crisis, con el régimen especial del concurso preventivo o similares.
Me gustaría vivir en un país donde el trabajo jurídico estuviese mayoritariamente orientado a hacer cumplir los contratos; donde el tiempo que duren los juicios sea fuertemente compensado para la parte que se lo robaron.
Sin embargo, mientras la política legislativa y judicial no cambie los incentivos, seguirá siendo negocio contratar a los hombres grises.
¿Y vos… necesitás tiempo?

Dr. Agustín Bender.

No hay comentarios: